Desde mi optimismo acrítico cuando se trata de tener fe en el futuro del Barça —aunque sin dogmatismos, por favor—, debo ser de los pocos que creían que la decisión de Xavi era acertada. Anunciar su salida al final de temporada traería más compromiso del equipo, me decía, y dos victorias seguidas —contra Osasuna y Alavés— me lo confirmaban. Luego el traspiés grave del domingo ante el Granada hizo tambalear mi convicción. Ante las dudas recurrí al kit de supervivencia del barcelonista y apelé a la Schadenfreude, concepto alemán que resume en una palabra la paz e incluso la alegría que provoca la infelicidad de los demás. En este caso, concretamente, la desgracia del eterno rival. Así que el martes vi el partido de Champions del Real Madrid en Leipzig, pensando que una derrota me haría creer que no estamos tan mal. Pero fue todo lo contrario.
Apunte
En un círculo vicioso, por Jordi Puntí
Xavi desquiciado por un error defensivo. /
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