Karate

Babacar Seck: "Soy el número uno del mundo, pero trabajo de vigilante de seguridad por la falta de ayudas"

El karateca aragonés clama contra las dificultades en su día a día a pesar de estar en la cima del ránking: "Compito contra rivales que solo piensan en entrenar. Yo trabajo de vigilante de seguridad para poder mantenerme", asegura Seck

"Lo hemos intentado de todas las maneras, pero nadie me ayuda. No se valora mi trabajo ni nada de lo que estoy consiguiendo", añade

Babacar Seck, con gesto serio durante la competición en la que se aupó al número uno mundial. / SERVICIO ESPECIAL

Dantesca y surrealista situación la que está viviendo el karateca Babacar Seck. Su nombre está siendo uno de los que más está sonando en el deporte aragonés en los últimos tiempos. El deportista de origen senegalés consiguió hace tan solo unas semanas colocarse en la cima mundial del World Karate Federation en la categoría de kumite +84 kilos, pero la realidad de Babacar es muy diferente a la que cualquiera podría imaginar de todo un número uno del mundo. Tanto es así que el zaragozano se está planteando la retirada siendo el mejor en lo suyo y a sus tan solo 25 años.

"Lo hemos intentado de muchas maneras, lo digo siempre que puedo, pero nadie me ayuda. No siento que se valore mi trabajo ni nada de lo que estoy consiguiendo", asegura visiblemente enfadado Babacar Seck. "Ser el número uno y no recibir ningún tipo de ayuda es algo que se me hace muy complicado de entender", añade el karateca, que, al no considerarse olímpica su disciplina, no puede acceder a las becas ADO. "Pero hay más ayudas a las que podría acceder y no me llegan. Vivo en Zaragoza y no recibo nada de aquí", subraya Babacar.

Su situación es tan límite que el karateca tiene que ir encadenando trabajos que nada tienen que ver con la disciplina de la que es ahora mismo la referencia mundial. "Ahora trabajo de vigilante de seguridad y cualquier oportunidad que sale la intento aprovechar. Me encanta la fotografía y de vez en cuando puedo sacarme un dinero extra", explica.

"Siento que el Mundial es mi última bala, no sé lo que ahora después"

Al no poder dedicarse profesionalmente al kárate, es obvio el agravio comparativo que sufre contra el resto de sus rivales, circunstancia que, por su empeño y determinación, no le impide superarles con frecuencia. "Estoy luchando contra gente que no tiene otra preocupación en la vida más que entrenar. A ellos sí que los consideran deportistas de élite y tienen todo tipo de ayudas. Yo tengo que compaginar mis horarios de entrenamientos con los del trabajo. Es algo que me resulta muy difícil, pero es lo que toca. Me gustaría tener esa tranquilidad y poder preparar los combates más a conciencia", indica Babacar Seck.

¿Decir adiós?

El zaragozano, en los ratos que sus obligaciones le permiten, está preparando el Campeonato del Mundo, el único sueño que le queda por alcanzar en el mundo del kárate y que disputará a finales del mes de octubre. "Ya soy número uno y ser campeón es lo que me falta. No lo estoy pudiendo preparar al 100%, pero estoy haciendo muchos sacrificios. Voy a darlo todo porque siento que puede ser mi última bala para conseguirlo porque si no cambian las cosas y sigue todo igual me planteo la retirada", afirma entre la resignación y la ilusión porque aparezca algún tipo de salvación que le permita continuar haciendo lo que más le gusta: "Yo quiero seguir, pero cada día lo veo más difícil".

Babacar Seck llegó a Zaragoza siendo un niño y se instaló en barrio Oliver de la capital aragonesa. Al principio le llamaba más la atención el fútbol, pero a los 12 o 13 años, motivado por su padre, empezó a practicar kárate y le enganchó al instante. "Una de las cosas que más me gustó era la posibilidad de expresarme sin necesitar palabras", confiesa un Babacar que se ha demostrado muchas cosas a sí mismo, y a los demás, sobre el tatami: "Ganando combates me he dado cuenta de lo que soy capaz. Da igual de dónde vengas, si trabajas duro puedes conseguir lo que te propongas".

Una frase que se ha tomado al pie de la letra. "Conseguir ser el número uno es un logro para mí, pero no para los demás. Estoy satisfecho con mi trabajo, pero no tengo la recompensa", termina Babacar Seck, que tenía el sueño de ayudar a su familia a través del kárate y, a pesar de su impresionante currículum, pasa apuros para mantenerse a sí mismo.

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