CASO NEGREIRA

Albert Soler, de recibir el aval de Rubiales para el CSD a ser señalado (sin nombrarlo) como cómplice de Negreira

La RFEF insinuó el jueves, de manera nada disimulada, que el exdirector general del CSD conocía los vínculos entre el Barça (donde trabajó) y el exvicepresidente de los árbitros | Siete fuentes reconstruyen para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, cómo se rompió la relación entre ambos -con palabras como "traición" y "venganza" copando el relato-, así como la salida del Gobierno del propio Soler

El ex director general del Consejo Superior de Deportes, Albert Soler.

"La RFEF ha podido constatar que existiría una persona que, conociendo los hechos de primera mano, no los denunció cuando tenía responsabilidades gubernamentales. Estamos estudiando presentar la correspondiente denuncia o querella contra esa persona". El secretario general federativo y número dos de Luis Rubiales, Andreu Camps, realizó esta declaración durante la rueda de prensa del jueves, en la que la RFEF y los árbitros ofrecieron explicaciones sobre el caso Negreira, referido a pagos millonarios del Barcelona a José María Enríquez Negreira entre 2001 y 2018, cuando este ejercía de vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros.

"¿Se está refiriendo a Albert Soler?", preguntó un periodista durante el turno de preguntas. Camps echó balones fuera, ni confirmó ni desmintió que se estuviera refiriendo a quien entre mayo de 2021 y enero de 2023 fue director general del Consejo Superior de Deportes, segundo de a bordo del organismo tras el secretario de Estado y presidente del mismo, José Manuel Franco, ambos bajo el mandato del ministro Miquel Iceta. Pero a nadie se le escapa, y así se desliza desde todos los despachos del deporte nacional consultados por este periódico, que quien también fue ejecutivo del Barça entre 2014 y 2021, bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, era el sujeto omitido de la acusación.

¿Conocía Soler los pagos del Barça a Enríquez Negreira por supuestos servicios no prestados? Desde su entorno niegan categóricamente que así fuera. Explican que acudió a la Fiscalía de Barcelona hace unos meses a declarar como testigo y que se le preguntó por los informes realizados para el Barça por Javier Enríquez, de los que sí tenía constancia en función de su cargo de director de deportes profesionales de la entidad azulgrana. Pero que, en ningún caso, conocía vinculación alguna con Enríquez Negreira, de la que, dicen, tuvo noticia por la prensa.

¿Venganza? ¿Traición?

Entonces, ¿por qué la RFEF le señala? Desde Las Rozas, por voz de Camps, escrito queda, se asegura tener indicios de que en efecto lo conocía. Desde otros despachos ejecutivos del deporte nacional se tiene claro que, supiera algo o no sobre el exvicepresidente de los árbitros, la venganza es una motivación poderosa para Rubiales hacia alguien por quien, dicen, se sintió traicionado.

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, ha recabado el testimonio, bajo condición de anonimato, de siete fuentes conocedoras de las relaciones entre Rubiales y Soler mientras cohabitaron como presidente de la RFEF y director general del CSD, respectivamente. Y en muchos casos, las versiones difieren radicalmente, hasta revelarse incluso contradictorias.

Soler había sido directivo del Barça durante siete años. En ese tiempo, merced a la política de Bartomeu (seguida posteriormente por Laporta) de tender puentes con la Federación y enfrentarse a LaLiga, teje buenas relaciones con Rubiales y con Camps, a quien conoce desde hace 25 años, merced a su coincidencia en cargos de carácter deportivo en varias instituciones públicas catalanas.

Con Soler ya fuera del Barça, tras la salida de Bartomeu de la presidencia azulgrana, José Manuel Franco es nombrado secretario de Estado para el Deporte en sustitución de Irene Lozano. Sin experiencia en la gestión deportiva, uno de sus primeros cometidos es fichar a un director general que sí tenga esa experiencia. El elegido acaba siendo Soler. ¿Cómo? He aquí la primera gran divergencia.

¿Quién llamó a quién?

Desde el entorno de Soler aseguran que fue Franco quien descolgó el teléfono para ofrecerle el cargo, que ya había ocupado entre 2008 y 2011, siendo incluso presidente del CSD durante unos meses, y que él no estaba buscando ese trabajo, porque de hecho desechó varias ofertas profesionales para atender la llamada del Gobierno. En otros despachos, la versión es distinta: Soler llamó a Rubiales, y a otros dirigentes como el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, para pedirles ayuda para ocupar ese cargo. Y Franco, tras escuchar que estos dirigentes recomendaban la elección del exdirectivo azulgrana, decidió nombrarle para el cargo.

En todo caso, el presidente de la RFEF dio su aval a Soler, fuera este o no decisivo para su designación. Hay quien dice que lo hizo por la buena relación pasada, pero que nunca terminó de confiar en él. Otras fuentes señalan que en el seno del Gobierno consideraban que Soler era el hombre de Rubiales en el Ejecutivo socialista. En LaLiga, la designación disgustó profundamente.

Soler recibe el encargo de desarrollar varios proyectos que el Gobierno consideraba estratégicos para el actual mandato. Entre ellos, el impulso de la Liga femenina de fútbol profesional, el articulado y aprobación de una nueva Ley del Deporte o la creación de un nuevo programa de apoyo a los deportistas olímpicos de élite, finalmente conocido como Team España.

Con el primero de esos encargos es donde empiezan los problemas entre la RFEF y Soler. Fuentes próximas al entonces director general del CSD aseguran que el único problema era que Rubiales no quería que se profesionalizara la liga, porque la Federación iba a perder (como ocurrió) el control sobre la Primera División femenina, mientras que él tenía el encargo de sacarla adelante. Otra versión de entre las recabadas fue que Soler bendijo los postulados de los opositores naturales a Rubiales en la estructuración de la nueva liga.

Una fuente del PSOE asegura, muy contundente, que Soler nunca trabajaba mirando por los intereses del CSD, sino primero por los de Rubiales y posteriormente por los de Tebas, en estas interminables guerras del fútbol. Desde su entorno explican que, muy al contrario, si soliviantó a ambos en diferentes etapas fue, precisamente, porque siempre antepuso los intereses del Gobierno y sus responsabilidades como funcionario público.

Pérdida de confianza

Esa dialéctica es la que acaba provocando que pierda el favor del secretario de Estado, José Manuel Franco. Ocurre tras el estallido del caso Rubiales, originado por la publicación por parte de 'El Confidencial' de numerosas conversaciones privadas del presidente de la RFEF, que han acabado provocando que la Justicia le investigue por los presuntos delitos de corrupción en los negocios y administración desleal.

Al CSD llegan dos denuncias de AFE y del Dux Internacional de Madrid con el objetivo de que sean elevadas al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) para una posible inhabilitación de Rubiales. El Gobierno entiende que, con la ley en la mano, debe congelar cualquier trámite administrativo hasta que la Justicia se pronuncie sobre el caso. Soler, sin embargo, insiste por activa y por pasiva en seguir adelante y que sea el TAD el que tome esa decisión.

Y lo hace, dicen quienes le rodean, porque era su responsabilidad como gestor público y porque había actuado de manera similar meses antes con el expresidente de la Federación de Rugby, Alfonso Feijoo, a quien forzó personalmente a dimitir tras el escándalo de los pasaportes que dejó a la selección española sin disputar el Mundial. Y que adoptar una postura diferente a la que tomó habría sido prevaricar.

¿Cambio de bando?

Esa insistencia, en todo caso, es interpretada en el seno del Gobierno, y también en la RFEF, como una voluntad indisimulada de Soler de 'cargarse' a Rubiales. La conclusión casi unánime alrededor de quienes se mueven en los despachos del fútbol es que el director general estaba consumando su traición a quien le avaló para el cargo, pasándose al bando de Tebas. Una postura incómoda para un CSD al que desde lo más alto del Gobierno se le pedía templanza (y, a ratos, equidistancia) entre LaLiga y la RFEF.

Es entonces, en verano, cuando Soler pierde la confianza de Franco. También en esa época se produce la última conversación entre Rubiales y él. Durante el otoño, ya se va escuchando en el Gobierno que Soler "no pinta nada" en el CSD. Finalmente, el 10 de enero de 2023 cesa como director general. Según su entorno, renuncia él porque considera que no se le está dejando trabajar y porque los cuatro o cinco grandes proyectos que le habían encargado ya estaban culminados. Desde el Gobierno se escucha que se le quiso dar una salida digna, pero que hacía semanas o incluso meses que ya carecía de poder en el organismo.

Soler ficha por la consultora Acento, propiedad del exministro socialista Pepe Blanco, tras su salida del Gobierno. Uno de los clientes de esta empresa, desde hace tres años, es LaLiga y eso ha levantado lógicas suspicacias. Desde el entorno de Soler aseguran que él no gestiona esa cuenta de la compañía ni interviene en manera alguna en ella.

Y así se llega al último capítulo, a las insinuaciones nada disimuladas de que Soler conocía los detalles del vínculo entre el Barça y Enríquez Negreira y que los ocultó. Habrá que ver si la RFEF se decide a interponer una querella o una denuncia. Y, si lo hace, si todo era, en efecto, una venganza o había tela que cortar.