LA OTRA CARA DEL MUNDIAL

Un Mundial sin ultras ni violencia: "Nadie quiere acabar en una cárcel qatarí"

El régimen represivo de Qatar, el elevado coste del viaje y la dificultad para conseguir alcohol ayudan a comprender la inexistencia de altercados violentos en las calles de Doha durante todo el torneo

Aficionados argentinos durante el partido de cuartos de final de su selección contra Países Bajos. / Reuters

No era solo una cuestión de que la elección se hubiese comprado mediante sobornos. No se trataba únicamente del desprecio del régimen qatarí por los derechos humanos. Tampoco se ceñía al desprecio medioambiental y al derroche económico que iba a suponer construir siete estadios de la nada y poner a punto Doha y alrededores para la celebración del Mundial.