Cuando en 1930 el francés Jules Rimet promovió la organización del primer campeonato del mundo, era impensable que un sitio como Qatar acogiera un Mundial de fútbol. Aquella parte del mundo era poco más que arena del desierto controlada por el Imperio Británico. Un lugar desconocido, cargado de misterio. Sin embargo, en el siglo XXI es muy diferente. El mundo es mucho más pequeño y conocemos (casi) todos sus rincones. Y sobre todo ya no romantizamos lo que antes se consideraba exótico. Buena prueba de ello es que muchos medios envían a mujeres periodistas a Qatar para explicar cómo se vive y trabaja en un país donde las desigualdades de género no sólo son aceptadas sino también abiertamente promovidas por el marco jurídico y mental de aquella monarquía regida por los principios más retrógrados del islam. Sirva de ejemplo el artículo publicado en este mismo diario por Andrea López-Tomàs titulado 'Mujeres relegadas a las sombras'.
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Aurora Bertrana y el Mundial de Qatar
En los años 30, la escritora describió en su libro de viajes 'Marroc, sensual i fanàtic' un entorno hostil para la mujer blanca occidental
Ambiente en los alrededores del Estadio 974 frente a una réplica del trofeo de la Copa del Mundo en Doha, Qatar. /
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