Historias irrepetibles del deporte

Michèle Mouton: un volcán al volante

En 1982, mientras peleaba por el título mundial, una avería y la noticia de que su padre había muerto, la relegaron al subcampeonato

Mouton, en su Audi, en el descanso entre tramos.

Michèle Mouton, “el volcán”, llegó al automovilismo por simple casualidad. Su padre, un empresario que se había pasado la Segunda Guerra Mundial en un campo de prisioneros y había hecho algo de fortuna en los años sesenta, tenía buenos coches pero sus dos hijas nunca le prestaron excesiva atención al garaje de casa más allá de sacarse la licencia de conducir y tener un medio para desplazarse. Todo cambió para Michèle el día que Jean Taibi, un buen amigo que estaba perdidamente enamorado de ella y participaba en rallys a nivel aficionado, la invitó a ser su copiloto en Montecarlo.