En medio del campo de refugiados de Al Marj, hay otro campo, un campo de hierba. A tan solo nueve kilómetros de la frontera con Siria, Aya, Rahaf, Nariman, Zahra, Aya, Rawal, Walaa y Sidra cargan con un wicket, un bate y una pelota roja. Bajo el sol abrasado del valle de la Becá, empiezan a entrenar con entusiasmo. Detrás de la reja, unos chavales comen pipas y las imitan, aburridos sin nada que hacer. Por la carretera, pasa un rebaño de ovejas. El pastor se para a observarlas. Pero ellas ni se inmutan. Se preparan para su gran objetivo. Un campo, sea de lo que sea, siempre es un lugar para soñar.
Deporte como salvación
Las refugiadas sirias en el Líbano sueñan con un futuro en el críquet
El críquet se convierte en una herramienta de transformación social y de empoderamiento para las adolescentes sirias en el Líbano, un colectivo olvidado por la ayuda humanitaria
“Ahora no solo me dedico a los niños, la casa y el marido; no, las mujeres tenemos derechos y podemos conseguir grandes cosas”, expresa Salam al Rajad, jugadora y entrenadora
Aya, de 13 años, practica su push mientras la corrige Mohammed Kheir, entrenador y jefe del programa de críquet de Alsam. /
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