Hubo unos años no tan lejanos, por mucho que lo parezca mientras el confinamiento parece ralentizar el tiempo, en los que conseguir una plaza para jugar la Liga de Campeones era un reto mayúsculo y la segunda competición europea, la extinta Copa de la UEFA, era una suerte de cajón de sastre en el que podían convivir desde el Barça o un Liverpool con Owen (Balón de Oro ese año), hasta el inesperado éxito de un Alavés que llegó a la final, pasando por un cuartofinalista que debutó en el torneo gracias a un sorteo.  

A caballo entre milenios, la temporada 2000-2001 en la Copa de la UEFA fue histórica. El Alavés, en su camino hacia la recordada final perdida con un autogol de Geli en la prórroga, eliminó a un coloso como el Inter de Milán y, antes de golear al Kaiserslautern en la semifinal (9-2 en el global), se enfrentó en cuartos de final a otro equipo que escribía su propia historia. 

Premio al juego limpio

El Rayo Vallecano de Juande Ramos, que era debutante en competición europea, consiguió acceder a la ronda previa del torneo gracias a un sorteo, en el que fue agraciado con una de las dos plazas en disputa entre los mejores equipos de las 14 principales ligas europeas en juego limpio. Sí, hubo una época en la que la UEFA daba plazas de competición europea por no acumular tarjetas, hacer pocas faltas y no perder tiempo. 

El equipo franjirrojo, con Lopetegui en la portería, el mito vallecano Míchel, Luis Cembranos, Mami Quevedo o la delantera inmortal Bolic y Bolo (el vasco terminó como máximo goleador del torneo junto al búlgaro Berbatov con seis tantos), había empezado el torneo jugando ante el Constel·lació Esportiva andorrano. Su aventura llegó hasta cuartos de final ante un Alavés intratable, después de haber eliminado al Lokomotiv de Moscú ruso o al Girondins de Burdeos francés.

Otro duelo español

También en la primera edición del siglo XXI, otra eliminatoria de cuartos de final fue entre equipos de la liga española: Celta de Vigo ante Barcelona. Ganó el Barça de Kluivert y Rivaldo, gracias al valor doble de los goles en campo ajeno tras el empate a 4 en la eliminatoria. El rival era un Celta de tronío, con Mostovoi, Karpin, Gustavo López o Catanha, que venía de tocar techo la temporada anterior ante el Benfica con un histórico 7-0, entonces también con Makelele en el equipo. El Barça de Serra Ferrer cayó después ante el campeón Liverpool, en una eliminatoria resuelta con un solitario gol de penalti en la vuelta en Anfield.