CRÓNICA

La tarde de los transitores

Dotar de tensión narrativa al repaso de la legislación de la Conmebol solo está al alcance de los locutores argentinos

zentauroepp45842258 soccer football copa libertadores final first leg boca181110214809 / REUTERS / MARCOS BRINDICCI

Dijo una vez Gene Hackman que ver una película de la 'nouvelle vague' francesa era tan aburrido como ver secarse la pintura de una pared. Esperar a que a que drene un campo de fútbol argentino es, sin embargo, más trepidante que un 'thriller' como 'French connection'.

A media tarde, hora española, lo más cabal ante el diluvio universal habría sido buscar una pareja de coatíes, una de carpinchos, otra de pingüinos de Magallanes y una más de guanacos, además de un par de seguidores de River y otros dos de Boca (son especies distintas), para montarlos en un arca de Noé con el fin de preservar la fauna argentina. Y, sin embargo, durante varias horas se especuló sobre la celebración de un partido de fútbol en una piscina olímpica, en una bombonera llena de agua. Fue la tarde de los transistores, con una emoción parecida a la del 23-F.

No es difícil narrar una final, pero dotar de tensión narrativa al repaso de la legislación de la Conmebol solo está al alcance de los locutores argentinos: "La ley normativa parece que dice que si se suspende con el partido iniciado…", repasaba una voz de Radio Continental, para concluir, con humor involuntario: "¡Parece que el paraguas está abierto!". Segundos después, leía que una torre televisiva había caído sobre una parte de la grada, aún vacía. El partido también seguía abierto.

La decisión no era si se jugaba o no se jugaba un partido. En ella, cristalizaban muchas otras cosas que tenían que ver con la imagen que ofrecía al mundo Argentina y con el dinero de los derechos televisivos. Nadie pensaba en los verdaderos protagonistas de esta historia. Algunos de ellos estaban (perdón) al-otro-lado-del-charco, agotando los datos de su 3G, buscando wifi en la puerta de la tienda de Apple de la plaza Catalunya y viendo cómo en sus vasos de Starbucks (un café después de mil cervezas) un barista garabateaba "Martín Palermo".

El 'timing' de la borrachera

Los barceloneses sabemos lo importantísimo que es el 'timing' para la borrachera: los ingleses, acostumbrados al cierre de pubs a las once de la noche, se desploman en etilismos histéricos porque beben a su ritmo hasta esa hora y luego siguen y siguen hasta que acaban abrazados a papeleras de las Ramblas tocados con sombreros mexicanos. También es conocida la leyenda de Snoop Dogg, el rapero, que una vez en los Monegros se puso fino de cigarritos de la risa y en un momento dado, cuando aún faltaban horas para su actuación, dijo: "Snoop is ready to rap". Y subió al escenario, que el grupo de esa hora tuvo que abandonar porque el rey consideraba que estaba en el punto justo de semiconciencia para desplegar su arte. El sábado, muchos hinchas bravos de Boca y River empezaban sus asados a mediodía con una hora en la cabeza: las nueve de la noche. Bebieron durante toda la tarde con esa cita en mente. Cuando los responsables de la Libertadores se planteaban retrasar la final dos horas, a nuestras once, no pensaban en qué condiciones llegarían sus hinchas emigrados, más cerca de abrazar a un guardia urbano que de celebrar un gol. 20 años no serán nada, pero dos horas serían demasiadas para ellos.

Es más emocionante una decisión burocrática en el fútbol argentino que cientos de partidos de la liga francesa

Mientras uno pensaba en si repartirían gorritos a los jugadores y buscarían un balón amarillo (como aquel que no atrapara Gati hace décadas en un derbi similar) para que se dirimiera el resultado al waterpolo, los locutores de Radio Continental continuaban barajando porcentajes de posibilidades con más épica que la CNN durante las elecciones 'mid terms'. No podía ser, pero quizá fuera. Un 90% de posibilidades. Luego un 70%. Luego un 95%. Vaso medio vacío, luego medio lleno. Messi encendiendo las brasas de su asado y Dembélé, invitado, quizá despertando de la primera siesta. Otros protagonistas aferrados a la radio como si se hablara de un magnicidio. "¡Prisión preventiva para los dirigentes de la Comenbol!", clamaban las ondas.

No quisiera ser un choripán en esta situación. Tampoco quisiera ser el trabajador de Boca al que ayer le dijeron: "Pibe, buscá una lona para tapar el campo". Lo imagino recurriendo a las mantelerías de su ajuar.

Muchos  han hablado estos días de la emoción y el desafío a la racionalidad que conserva el fútbol argentino y que perdió el europeo. La lluvia, incontenible elemento, les dio la razón. Dioniso bailando y Zeus sintonizando en su 'app' de radios mundiales. Maldonado más que Maldini. Es más emocionante una decisión burocrática en el fútbol argentino que cientos de partidos de la liga francesa. Miles de hinchas calentando la banda bajo el aguacero. Estirando y estirándose. Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Dicen que el partido se celebrará el domingo. El pibe de la lona quizá ha mirado la previsión: dan tormenta. Continuará.