«El que faltaba», pensaron y dijeron miles de madridistas cuando Leo Messi se puso a calentar nada más empezar el segundo tiempo, a unos metros del banquillo del Barcelona, muy cerca de donde lo hacían Isco, Carvajal y Kovacic, los jugadores que tenía en cartera Rafa Benítez para intentar revertir la situación.
Con Messi a punto y dispuesto a incorporarse al juego, el miedo a que se consumara otro repaso histórico ascendía sin freno por las gradas del Bernabéu. Los que temblaron con la sola aparición de Messi en la banda fueron los mismos que para empezar habían vaticinado que Neymar iba a hacer a Danilo un roto de dimensiones irreparables, como así sucedió antes de que el mejor jugador del mundo se sumara a la fiesta.
Antes de eso, Mesi fue el primero en abrazarse a Iniesta para felicitarle por su magnífico gol, el tercero, que acabó de abrir en canal al Madrid después los primeros escarceos de la segunda mitad. Andrés corrió en su dirección, los suplentes blancos no tuvieron más remedio que apartarse y los azulgrana hicieron una piña imponente. Dos minutos después, la estrella argentina entraba para volver a juntarse tras dos meses con Neymar y Suárez, que en su ausencia habían cumplido de manera impecable para recuperarle cuatro puntos al Madrid antes de lo de ayer.
LESIÓN LARGA
No se planteó Luis Enrique seguir reservando a Messi, sino que cumplió con lo pactado. Leo no hubiera tragado con otra cosa distinta, aunque quedó claro que aún le queda terreno por delante para estar al cien por cien. Aún así, dejó unas cuantas gotas de su genio como la comba que metió para Suárez en el minuto 66 y el inicio de la jugada que acabó en el cuarto gol.