La experiencia de tratar de pasar 24 horas sin entrar en contacto con ningún tipo de plástico en una gran ciudad como Madrid arroja dos grandes conclusiones. La primera: es imposible. La segunda: cada vez te devuelven menos miradas de extrañeza en los establecimientos cuando expresas remilgos contra el material de marras. De hecho, hoy ya resulta difícil encontrar un comercio donde no hayan introducido alguna medida para reducir el masivo consumo de bolsas, films y envoltorios sintéticos que impone la vida contemporánea, aunque esos pequeños gestos siguen conviviendo con el variado surtido de soluciones plásticas que suelen forrarlo todo.
La odisea de vivir 24 horas sin plásticos
Con motivo del Día Mundial del reciclaje, emprendemos la aventura de evitar el derivado del petróleo durante un día entero
Pese a seguir campando en la vida cotidiana, su rechazo popular crece (en dosis homeopáticas)
El imperio del plástico. /
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