Están quienes adoran el mundo virtual y quienes lo detestan. Y luego están los que intentan entender, por muy extraño que suene, que ahora la cosa va de realidades paralelas y aumentadas en las que todo es posible. Tan posible que hasta la industria del lujo, tradicionalmente relacionada con la posesión de objetos carísimos y exclusivos –ya sea un coche pintado teniendo en cuenta cómo incidirá la luz en su carrocería o un bolso confeccionado durante cientos de horas en un taller italiano–, se ha lanzado de cabeza a ese nuevo universo virtual que quiere superar el internet de las pantallas. Y en un alarde de tecnología punta e innovación, las casas de lujo apuestan por el metaverso de la misma forma que durante décadas apostaron por los mejores tejidos, los pliegues perfectos, los bordados más exquisitos y las perlas de madera y cristal para adornar los vestidos de alta costura que salen de los atelier parisinos. Se adaptan así a los cambios y a la redefinición del concepto de lujo, que hoy tiene mucho que ver con las experiencias y las emociones, además de con los objetos.
EL FILÓN DEL METAVERSO
El lujo se lanza al abordaje del mundo virtual (y modela el deseo del siglo XXI)
El mercado de gama alta prevé que las ventas en el metaverso alcancen el 10% de su facturación en 2030
Se espera que, en ocho años, el sector facture 300.000 millones de dólares
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