Puede que haya sido cosa de la era Trump. O del fardo de antipatías que de un tiempo a esta parte arrastra la oligarquía milmillonaria que compite entre quién precariza más y vuela más lejos en la galaxia. Rebobinando algo más, incluso podría decirse que quizá –y este quizá tiene muchos números– todo empezara con el crack de 2008, cuando quedó bastante claro que a los mandos de la crisis mundial había un buen puñado de magnates que seguían de juerga a costa de un sufrimiento que siempre quedaba más allá de sus barrios. Sea como sea, el resultado está ahí, al menos en cuanto a series de televisión. Dar leña y ajustar cuentas con la comunidad del 1% –así como alumbrar los entramados de poder que lo sustentan– se ha convertido en uno de los principales entretenimientos de la ficción televisiva.
BAZA TELEVISIVA
Vamos a meternos con los ricos: la nueva afición de las series
Reírse y ajustar cuentas con el vecindario del 1% se ha convertido en uno de los principales entretenimientos de la ficción televisiva
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Más que una familia, los Roy son una manada de leones que pueden matarse unos a otros cuando les conviene. /
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