Están a la vista de todo el mundo, pero pocos quieren verlos. Son aquellas personas que cuando estalló la pandemia siguieron cuidando a los más mayores y, en más de una ocasión, se confinaron con ellos. Las que reponen la comida en los supermercados para que no falte harina y luego otro hornee ese pastel que comparte por Instagram. Ese repartidor que trae el plato preferido a domicilio ahora que no se puede salir a cenar. O las que mantienen limpio el hospital donde muchos de nuestros seres queridos perdieron la vida. Son los invisibles, cuya función muchas veces es indispensable, pese a que su precariedad permanece inmutable más allá de toda crisis.
DÍA DEL TRABAJADOR
1 de mayo: Los tiempos de la precariedad
Esenciales silenciados: muchos aplausos y pocos derechos
Fotograma de ’In Time’, alegoría de la esclavitud del tiempo laboral. /
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