¿No escuchar amenaza a la democracia?

Los dardos envenenados y la sordera mental se propagan por la política y la sociedad. Desde varios ámbitos se hacen esfuerzos titánicos para fomentar la cultura del diálogo

Las minorías no se sienten escuchadas, ni las mujeres, ni las personas mayores, ni los hijos, ni los padres, ni los inmigrantes, ni los científicos… ¿En qué momento dejamos de escuchar? La política está gravemente enferma a causa de tantas palabras utilizadas como dardos envenenados y la sordera mental amenaza con extenderse a todas las capas de la sociedad. La democracia experimenta una crisis de comunicación y desde varios ámbitos se hacen esfuerzos titánicos para fomentar la cultura del diálogo.

La pieza de John Balderassi ’La trompeta de Beethoven’, en la Fundació Miró.  / DAVIDE CAMESASCA

"Vivimos en un mundo cada vez más polarizado, donde la gente ha perdido la habilidad de ver el punto de vista del otro. Espero que en estas elecciones, Nueva Zelanda haya demostrado que nosotros no somos así, que como nación podemos escuchar y debatir. Después de todo, somos demasiado pequeños para perder de vista la perspectiva de los demás. Las elecciones no son el escenario ideal para unir a las personas, pero tampoco tenemos por qué destrozarnos unos a otros".