LA REVOLUCIÓN DE LOS MAYORES

Otra forma de vivir la vejez

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Gemma Tramullas

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El principal atractivo del centenario protagonista del best-seller El abuelo que saltó por la ventana (de la residencia) y se largó es que no encaja en el estereotipo de anciano. Allan Karlsson es una mente libre atrapada en un cuerpo exhausto. La pandemia del covid-19 ha puesto en evidencia precisamente la incapacidad del sistema para garantizar el derecho a una vejez libre y digna y ha reforzado la imagen de los mayores como un bloque dependiente homogéneo. Con la curva del virus ya de baja, se impone un debate sobre modelos alternativos de cuidado, alejados de la residencia masificada y respetuosos con el carácter y la condición física y cognitiva de cada persona.

"Las personas mayores, en su mayoría, desean quedarse en su casa", señala el médico geriatra Marco Inzitari

Hace años que se insiste en el modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP) y los modelos ya están ahí, pero falta voluntad política para extenderlos. El médico geriatra Marco Inzitari, que dirige la atención intermedia del Parc Sanitari Pere Virgili y preside la Societat Catalana de Geriatria i Gerontologia, apuesta por que las personas puedan escoger dónde van a envejecer y a morir: “Las personas mayores, en su mayoría, desean quedarse en su casa y como sociedad hay que dar más apoyo a la atención integral en el domicilio para que sea una alternativa real a la residencia”.

Esta opción, que exige soluciones tecnológicas de alto coste adaptadas al hogar, debería ir acompañada de inversión pública y políticas de vivienda. Aun así, Inzitari apunta que siempre habrá una parte de la población que estará mejor atendida en una residencia y “algunas lo hacen muy bien”. Por eso, como medida urgente pide que las residencias tengan enfermería 24 horas, pero sin llegar a crear pequeños hospitales, cosa que sería “contraproducente”. A más largo plazo, “se podrían plantear pequeñas comunidades de convivencia con servicios de apoyo”.

"Aparcamientos de ancianos"

María José Carcelén, la combativa portavoz de los familiares de la <strong>Coordinadora de Residencias 5 +1</strong> describe los grandes centros gestionados por conglomerados empresariales como “aparcamientos de ancianos”. Coincide en que el Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) sería una alternativa, “pero solo con una gestión pública directa y una atención correcta”. “Ahora mismo –advierte- el SAD no funciona, porque está en manos de las grandes empresas del Ibex”.

"El problema no es solo hablar del modelo, sino del control de su gestión”, apunta la Coordinadora de Residencias 5 +1

El SAD está atendido por una mayoría de mujeres, muchas inmigrantes, que han denunciado en varias ocasiones sus condiciones laborales y que durante la pandemia han sido las últimas en recibir equipos de protección. “El problema no es solo hablar del modelo, sino del control de su gestión y ejecución”, afirma Carcelén.

A 21 de mayo, la pandemia se ha cobrado oficialmente la vida de 18.982 personas que vivían en residencias en España, mientras que en los centros de Catalunya ha habido 3.917 víctimas, aunque estas cifras no son definitivas. Ante esta situación de emergencia, la Coordinadora 5 +1 estima que el debate sobre los modelos de atención a mayores tiene que hacerse de forma serena y que, ante la probabilidad de nuevos brotes, lo que urge son medidas de choque. Por eso ha pedido a la Generalitat "que se mejoren las ratios de personal, que se abran servicios médicos y de enfermería 24 horas y que se retire el contrato de la gestión sanitaria a Mutuam".

Listas de espera

Asimismo, exige que no se cubran las plazas que han quedado libres en las residencias: “Somos la comunidad con las listas de espera más largas y puede existir la tentación de volver a llenar todas las plazas -avisa Carcelén-. Consideramos que las habitaciones compartidas son un atentado a la intimidad y hay que ir hacia habitaciones individuales, que además permitirán hacer mejor el aislamiento en caso de nuevos brotes”. 

"El germen del cambio de modelo ya está en las residencias”, asegura el impulsor del portal Inforesidencias

El historiador de la Medicina Pedro Laín Entralgo decía ya hace medio siglo que “no hay jóvenes y viejos, hay solo jóvenes y enfermos”. Según un estudio del 2015 de la Fundación Edad&Vida, el 76% de personas que viven en residencias tiene un mínimo de tres diagnósticos crónicos y un 66% toma una media de siete medicamentos o más. Se calcula que en el 2030, se habrá doblado la incidencia de enfermedades crónicas.

“Siempre habrá un 5% de personas que acabarán viviendo mejor en una residencia”, afirmaba Josep de Martí, impulsor del portal Inforesidencias, en un reciente seminario web de Edad&Vida. De Martí considera que “el germen del cambio de modelo ya está en las residencias” y es ahí donde hay que gastar el dinero, que llegará “en cuanto el tema se sea una prioridad política”.

Este experto niega que la clave de una mejor gestión esté en la titularidad pública o privada de los centros: “Si las administraciones creyeran en su capacidad de contratación, en hacer contratos claros, en evaluarlos, en la capacidad regulatoria, de control, acreditación e inspección –asegura-, lo de menos sería la titularidad de las residencias”.

La soledad, el aburrimiento y el sentimiento de inutilidad son otras plagas que acechan a la gente mayor. El modelo de pequeñas unidades de convivencia integradas en la comunidad da mejor respuesta a la necesidad de relacionarse, ya sea en un formato de residencia de unas 25 plazas o de cohousing, un modelo de vivienda colaborativa donde los residentes se autogestionan. El gran obstáculo de esta última opción es su alto coste, puesto que hay que hacer una fuerte inversión inicial, y también hay que tener una gran capacidad de tomar decisiones en grupo.

El estudio B/TA está construyendo seis unidades de convivencia residenciales en Catalunya

El arquitecto Marc Trepat del estudio B/TA está construyendo seis unidades de convivencia residenciales en Catalunya. “Se trata de construir para mejorar el bienestar, pero sin aumentar exageradamente la factura –explica-. En los países nórdicos suelen ser unidades de entre 8 y 12 personas que viven en habitaciones muy grandes con pocos espacios comunes, en cambio los mediterráneos nos reunimos en la plaza pública y necesitamos zonas comunes más amplias”.

¿El coste de una plaza de este tipo en Dinamarca? 8.000 euros al mes, según este arquitecto, que ha estudiado los modelos de atención a mayores en varios países. En Estados Unidos , por ejemplo, ha visitado el formato gran resort: “Es un modelo que trata la gente mayor en su globalidad y garantiza que puedas vivir allí hasta el final porque tiene áreas de vida independiente y unidades más pequeñas de vida asistida e incluso especializadas en problemas de memoria”.

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"Tenemos la oportunidad de que las residencias se conviertan en lugares de vida", incita Ana Urrutia

Para la presidenta de la <strong>Fundación Cuidados Dignos</strong>, la médico geriatra Ana Urrutia Beaskoa, la clave está en enfocar el futuro de la atención a los mayores desde el punto de vista de los derechos, cosa que según ella aún no se está haciendo. “El debate se está limitando al tema público/privado y social/sanitario –opina-. Si estuviéramos pensando de verdad en sus derechos, no permitiríamos que las personas que viven en residencias aún no pudieran salir a la calle como las demás, ni recibir visitas. En la residencia donde yo trabajo tengo personas llorando y que han dejado de comer. Tenemos la oportunidad de que las residencias se conviertan en lugares de vida, pero me temo que solo se hará un lavado de chapa y pintura”.

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