La publicidad es un termómetro infalible para testar el estado anímico de la sociedad. En tiempos de bonanza, los anuncios suelen ser una invitación constante al derroche y el despendole; cuando vienen mal dadas, acostumbran a llenarse de mensajes de ánimo y consuelo contra el decaimiento general. La crisis del coronavirus no ha escapado a esta ecuación, pero en esta ocasión han concurrido varios factores que han condicionado la comunicación comercial que ha circulado en estos meses de pandemia: nunca antes la economía en su conjunto se había parado de golpe a escala planetaria ni la población entera había permanecido encerrada en casa sin poder consumir. ¿Cómo anunciar marcas cuando nadie puede comprar sus productos?
LA PUBLICIDAD DEL CONFINAMIENTO
Cómo vender cuando nadie puede comprar
El estado de alarma ha convertido los espots en palmaditas de ánimo de marca. No es momento de vender, sino de generar empatía, reflexionan los creativos
Anuncio de Seagram que reclama libertad sobre fotos de ciudades vacías.
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