El 15-M fue el final

Estos días estamos recordando cómo el 15 de mayo del 2011, en Barcelona, unos miles de personas, convocadas por una plataforma nacida en internet y sin ideología, se manifestaban reclamando más y verdadera democracia. Pero nadie se acordará de que el día anterior, 14, sábado, decenas de miles, convocadas por partidos, sindicatos y asociaciones de vecinos, padres, usuarios, maestros... hacían el mismo recorrido para protestar contra los recortes que preparaba la Generalitat.

La suerte de esas dos manifestaciones –la historia o el olvido– es elocuente. Nos dice que el 15-M fue la culminación y el cierre de un ciclo de conflictos intensos a lo largo de los 2000: encuentro del Banco Mundial, junio del 2001; cumbre de jefes de Estado y de Gobierno europeos, marzo el 2002; guerra de Irak en el 2003 y el 2004; contra los planes educativos de Bolonia en el 2007; contra la especulación inmobiliaria durante la segunda mitad de la década; dos huelgas generales, en el 2002 y el 2010. En torno a las acampadas o enseguida, una huelga general, los cercos a los parlamentos y todo tipo de mareas contra los daños al bienestar público.

Luego de ese momento de efervescencia, sabemos lo que está pasando: conversión de la política en un espectáculo mediático, aparición de líderes carismáticos de los que en las plazas se dijo que no volverían e incorporación a la vida institucional de gran número de antiguos activistas, lo que ha implicado un desmantelamiento generalizado de los movimientos sociales. La lucha ha terminado y nos han mandado a casa.