Esther Parramón, árbitra de Primera Catalana, sueña con ascender a Tercera. De familia futbolera y jugadora desde los 3 años, parecía casi inevitable que siguiera los pasos de su padre, que también jugó y arbitró. «Me lo sugirieron, pero yo no me veía. No había visto nunca a una chica pitando», explica. Cuando se decidió, no saltó el regocijo: «Mi madre no quería que fuese árbitra y mi padre no decía que no, pero no le hacía gracia. Ya le habían insultado a él bastante». Ahora, en su cuarto año arbitrando, que compagina con 3º de Educación Social, su padre la sigue a todas partes. «Se pone en una esquina y observa. Después me comenta las jugadas, con mucho respeto. Le digo que si me insultan, no conteste». A veces, pasa. Y, coincide con sus compañeras, «los insultos más machistas siempre vienen de mujeres. ¡Parece mentira en el siglo XXI». Le han soltado que le van a cortar la coleta o si se va a duchar con el equipo contrario. Ella, a los suyo. Parramón se entrena tres días a la semana: «Los miércoles trabajo la velocidad con un preparador personal, que es lo que más me puede preocupar».
ESTHER PARRAMÓN, árbitra de 24 años
«Mi madre no quería que fuese árbitra»
Esther Parramón. /
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