Alimentación

Más lentejas, menos hamburguesas

Comedor escolar del colegio público Turó Blau. / MANU MITRU

Los responsables del comedor escolar se dieron cuenta de que algo fallaba cuando supieron del tráfico de sobrecitos de azúcar que corría entre los alumnos. "Nos enteramos de que una abuela le daba unos cuantos a su nieto antes de entrar en clase, para que este a su vez se los repartiera a sus amigos para el yogur de mediodía", cuenta ahora, entre divertido y contrariado, Carles Xifra, director general adjunto de Fundesplai, una entidad social que gestiona en Catalunya más de 250 servicios de alimentación en centros educativos. "Por lo visto, los críos encontraban el yogur demasiado ácido". La solución, explica Xifra, fue hablar con el proveedor de yogures "y pedirle que les quitara acidez". La alternativa acabó siendo un éxito... Y ya no hicieron falta más sobres de azúcar clandestinos en el colegio.