ENSAYO MUNDIAL

Jugar a retar a Einstein

El equipo de investigadores del ICFO que coordinan The Big Bell Test, un experimento cientifico que empleará los datos de decenas de miles de usuarios que jueguen el 30 de noviembre a un juego ’online’. / NURIA PUENTES

Este miércoles, cualquier persona tendrá la oportunidad de retar al mismísimo Albert Einstein. Bastará con entretenerse un poco con un videojuego en línea creado en Barcelona. Los resultados de las sesiones se emplearán en experimentos en una docena de laboratorios. El objetivo: comprobar si modificamos la realidad cuando la observamos. Einstein pensaba que no y plasmó esta convicción en una teoría llamada 'realismo local'.

Sin embargo, esta visión se ha ido desmoronando en las últimas décadas. Para demostrar algo excepcional (que la realidad no es independiente de la observación) se necesitan pruebas excepcionales. Por ello, los científicos han decidido dar un paso más allá de los experimentos basados en láseres y átomos empleados hasta ahora. El Big Bell Test -Gran Test de Bell: así se llama el videojuego global coordinado por el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO) de Castelldefels- recurre al libre albedrío de decenas de miles de humanos para hallar una prueba contundente.

La naturaleza de la realidad fue un asunto exclusivamente filosófico hasta principios del siglo pasado, cuando la ciencia reveló que el estado de las partículas microscópicas cambiaba cuando un observador las medía. Un fenómeno en concreto -el 'entrelazamiento cuántico' entre partículas- indignó especialmente a Einstein, que buscaba una explicación a esas anomalías que preservara la objetividad de la realidad.

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La prueba probará sistemas de cifrado y de generación de números al azar

Un grupo chileno, por ejemplo, usará el experimento para testar un protocolo de cifrado cuántico pensado para enviar información en redes de fibra óptica metropolitana de forma segura. Un grupo chino lo usará para probar un sistema de generación de números aleatorios. Otros investigadores estudiarán el fenómeno del entrelazamiento de por sí, independientemente del debate sobre el realismo local. El equipo del ICFO piensa almacenar los datos generados por los jugadores para estudiar cuán aleatorio es su comportamiento: por ejemplo, si la edad hace que su conducta sea más predecible.

CONCEPCIÓN DEL TEST

Finalmente, en 1964 se concibió una prueba, el Test de Bell, para averiguar si Einstein tenía razón. La prueba es tan compleja que no fue hasta el año 2015 cuando tres laboratorios consiguieron llevarla a cabo y cerraron así casi todos los resquicios para la duda. Se hizo gracias a un dispositivo diseñado en el ICFO que emplea pulsos láser para generar bits de información, que a su vez se usan para poner a prueba el entrelazamiento.

El realismo local parecía derrotado. “Pero varias personas han formulado una crítica: usar un proceso físico para testar otro proceso físico es usar un argumento circular”, explica Carlos Abellán, doctorando del ICFO que tuvo la idea del Gran Test de Bell. Como tanto el dispositivo del ICFO como las partículas entrelazadas pertenecen al dominio físico, entonces se podría sospechar que los dos objetos no son del todo independientes: las partículas entrelazadas podrían prever el comportamiento del láser y reaccionar de manera engañosa.

Por eso, Abellán propuso una posibilidad inédita: que no fueran láseres sino humanos quienes pusieran a prueba el entrelazamiento. “Antes asumíamos que [el comportamiento del láser] era un proceso del todo independiente [del entrelazamiento]. Ahora la asunción es que los individuos tenemos la capacidad de tomar decisiones únicas e impredecibles”, explica Abellán. Serán estas decisiones, tomadas por los usuarios del videojuego (en última instancia, las de apretar el botón 1 o el botón 0 en el teclado), las que se emplearán para poner a prueba el entrelazamiento.

¿Y EL LIBRE ALBEDRÍO?

Aunque a Abellán no le guste la expresión, su asunción coincide con admitir que los humanos poseen libre albedrío. “El cerebro está hecho de átomos. Quizás también esas decisiones son preprogramadas. Pero decir esto sería renunciar al libre albedrío”, admite Thomas Sheidl, investigador de la Academia Austriaca de Ciencias, que participa en el Gran Test de Bell.

“Es realmente genial implicar a tanta gente en un experimento”, comenta Tim Taminiau, investigador de la Universidad de Delft, no implicado en el proyecto. “Ya anteriormente se usaron señales humanas para llevar a cabo el Test de Bell”, explica. En concreto, bits sacados de películas y de mensajes de Twitter. “No obstante, el tipo de comportamiento que se usará ahora -personas que aprietan botones- es distinto. No se puede excluir que se halle algo sorprendente”, concluye.

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