El Opportunity, un pequeño vehículo todoterreno de la NASA que llegó a Marte en enero del año 2004, ha completado el primer maratón extraterrestre al lograr recorrer en los más de 11 años transcurridos desde entonces -exactamente 3.968 días marcianos- la misma distancia de la prueba atlética: 42,195 kilómetros. El robot móvil, que pesa 185 kilos, obtiene la energía para moverse y enviar datos gracias a unos paneles solares.

El Opportunity, que aterrizó en un pequeño cráter de una llanura pedregosa conocida como Meridiani Planum, ya no funciona igual que al principio, incluido un reciente problema en la tarjeta de almacenamiento de datos, pero ha superado con creces los 90 días previstos al inicio de la misión. Su colega gemelo Spirit, llegado dos meses antes, también tuvo una vida duradera, pero no tanto puesto que dejó de comunicarse con el centro de control en marzo del 2010.

«Es la primera vez que una máquina humana supera la distancia del maratón en la superficie de otro mundo», señaló en un comunicado John Callas, director del Programa de Oportunidades en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), el centro de la NASA en Pasadena (California) que controla la misión. El Opportunity superó la marca del maratón el pasado martes durante un desplazamiento de 46,5 metros.

El Opportunity ya se convirtió el año pasado en el vehículo creado por el hombre que recorría mayor distancia en terreno extraterrestre al superar el récord establecido por el robot soviético Lunojod 2 en la Luna. Lunojod 2, que aterrizó en 1973, cubrió 39 kilómetros en menos de cinco meses. Los astronautas del Apollo 17 condujeron en su rover un total de 35 kilómetros. Finalmente, el Curiosity, otro robot de la NASA que llegó a Marte en agosto del 2010, de tamaño muy superior (pesa una tonelada), ha recorrido desde entonces unos diez kilómetros, por lo que difícilmente superará la marca de su antecesor.

El Opportunity y el Spirit descubrieron en Marte evidencias de ambientes húmedos que en tiempos pretéritos podrían haber albergado vida. El primero se encuentra ahora en el borde del cráter Endeavour, un territorio menos favorables para la vida microbiana.