Mucho, pero mucho, ha de gustar este deporte para estar horas y horas al borde de la carretera para ver pasar a los astros del Tour y luego desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Hagamos la prueba. Desde la curva del fondo se empiezan a divisar los coches rojos, los de los comisarios, que anuncian que los primeros clasificados de la etapa están a punto de llegar. Luego aparecen las motos, hasta el punto de preguntarte si tantas son necesarias y que si las contamos casi hay más que ciclistas pedaleando con un dorsal en la espalda. Y después llegan tres ciclistas: uno viste de amarillo (Jonas Vingegaard), otro de blanco (Tadej Pogacar) y por delante de ellos un chaval de Arizona que se llama Brandon McNulty y que ha surgido como actor de reparto en el último suspiro montañoso de este Tour.
El Tourmalet
El Tourmalet: seis horas de espera para 20 segundos de Tour
El estruendo de la curva anterior anuncia que Vingegaard y Pogacar están a punto de llegar pero desaparecen tan rápido que apenas tienes tiempo de verlos.
Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, camino de Peyregudes. /
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