Cuando se sube en coche al Etna por delante de los ciclistas del Giro el conductor no tiene ninguna duda de que se encuentra ascendiendo a un volcán. La lava, negra como el carbón, adosada y clavada al suelo como si tuviera un invisible cemento, ofrece la imagen de un paisaje dantesco y hasta cabría la posibilidad de asustarse si con el día despejado se puede apreciar alguna cortina de humo que sale desde el interior de los cráteres del denominado ‘Gigante Bueno’. Las erupciones, la última en febrero, causan alerta, obligan a las poblaciones de los alrededores a tomar medidas de seguridad o incluso a salir de sus casas, pero no pone en peligro la vida ni los bienes de los habitantes y ni mucho menos provoca un desastre natural como sucedió en la isla de La Palma.
La ronda italiana
Giro de Italia: Etna, el volcán más ciclista del mundo
Este martes la carrera afronta la primera etapa de montaña entre un mar de lava en la isla de Sicilia.
Será la séptima ocasión en la que se sube a la cumbre que debutó en la carrera por allá 1967.
El Etna, en la erupción de febrero 2022. /
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