La mujer ya ha dejado de ser un objeto en las carreras ciclistas. Y la Vuelta no es la excepción. A la campaña que comenzó a concienciar a los aficionados, y que contó con el apoyo de muchos ciclistas en 2017 para dejar claro que no necesitaban besos ni marcas de carmín en los mofletes después de lograr un triunfo, el distanciamiento social, producto de la pandemia, ha ayudado a dejar los podios como siempre debieron estar, con el deportista que alza los brazos, se gana el aplauso de los muchos o pocos espectadores que se sitúan cerca y se olvida de salir fotografiado junto a chicas con minifaldas y tacones desmedidos.
El Tourmalet
Una Vuelta sin mujeres objeto
Ya no hay azafatas y nadie se queja por no recibir un beso y llevarse una marca de carmín por sus victorias, lo que ocurría en el pasado.
Hubo años en los que casi había más chicas desfilando que corredores disputando la carrera.
El podio de la Vuelta, en Albacete. /
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