Nunca más los Campos Elíseos con las hojas muertas caídas sobre las aceras vacías de público. París merece recibir a los ciclistas y estos oír una especie de murmullo con gritos indescriptibles pero que les supone un feliz recibimiento como respuesta a un largo camino de tres semanas. Nunca más un Tour cargado de tristeza con las cunetas muchas veces vacías de gente y con los corredores alejados del calor popular. La pandemia obligó a trastocarlo todo y al menos se pudo correr algo que la primavera pasada parecía como un imposible.
El Tourmalet
Nunca más en otoño, por favor
El Giro, en mayo, el Tour, en julio y la Vuelta, en agosto, este debe ser el lema para un futuro con un mundo con la pandemia controlada
El pelotón de la Vuelta, en un día gris, camino de la Covatilla. /
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