El bosque de la Vuelta era como un espacio encantado. Pisabas musgo con las zapatillas y todo estaba un poco húmedo. Faltaba un par de horas para que los corredores invadiesen la carretera camino de la meta. Unos instantes de paseo entre árboles por donde apenas penetraba la luz descubría un paraíso de boletus. La Vuelta, extranamente en esta temporada del año, ha dejado imágenes extraordinarias con todos los colores del otoño. Los ciclistas apenas han podido disfrutarlos porque ellos van a lo suyo, a vigilar la rueda trasera del corredor que llevan delante, a tratar de no distanciarse mucho para aprovechar el rebufo pero, a la vez, a intentar no tocarla, rozarla, para no irse al suelo en lo que ellos denominan 'hacer el afilador' porque el ruido que provoca el contacto entre tubulares es parecido al del cuchillo que se afina mientras saltan chispas.
el tourmalet
Todos los colores de la Vuelta
Otoño ha dejado una imagen idílica de carreteras y bosques por donde pasan los ciclistas
Enric Mas ataca al resto de favoritos en la subida del Angliru. /
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