Un lunes cualquiera del mes de octubre, camino de Jaca a Logroño, no es un un lunes al sol, porque la Vuelta descansa entre la capital riojana y Vitoria, todos repartidos como buenos hermanos y hay que hacer el traslado. Es un lunes de lluvia, viento y frío lo que, por desgracia, ya viene siendo la norma de una ronda española desterrada al otoño por culpa de la pandemia. Y es una carrera que se disputa entre hojas caídas a la carretera, cunetas vacías y unos ciclistas extranjeros que este sábado por la noche añorarán su fiesta preferida, un Halloween, castigado además por los toques de queda.
el Tourmalet
Una Vuelta sin Halloween
Más allá de los toques de queda nocturnos, los ciclistas extranjeros apuntados a la prueba añorarán en sus hoteles una fiesta de marcado signo anglosajón
Unos caballos parecen observar el paso de la carrera. /
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