Los restaurantes de Pau Arenós

Restaurante Torre de Nura: cocina de altura en el Baix Empordà a precio contenido

Después de pasar por multitud de restaurantes, Nacho Feliu y sus colegas se han establecido en Torrent en una torre que rememora la de su infancia

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Guillem Bustos, Nacho Feliu y Giulia Panieri, en Torre de Nura (Torrent). / David Aparicio

Pau Arenós

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Es comprometido medir cómo la primera impresión de un restaurante influye en la estima. El día antes de comer en Torre de Nura (Torrent, Baix Empordà) estuve en otro establecimiento cuya solemnidad y una atmósfera pesada condicionaron el estado de ánimo, caso contrario de las instalaciones donde Nacho Feliu Feduchi (1994) y su tribu no solo han ocupado como restauradores, sino también como habitantes.

Me agradó la amplitud del comedor y la separación de las mesas, la luz tranquila a través de los ventanales, el suelo de baldosas irregulares, las mesas con manteles, las vigas a la vista, las sillas de enea, los platos de servicio con los dibujos de la pintora Leticia Feduchi: «Me gusta liar a la gente. Dije: ‘Tía Leti, ¿por qué no me haces los platos?». 

Torre de Nura

GI-652, 3. Torrent

Tf: 872.453.354 

Precio medio (sin vino): 35-40 €

Blancos y marrones en un espacio sin violencia visual.

A finales de junio se pusieron en marcha, en una operación a tres entre Nacho, su pareja y jefa de sala, Giulia Panieri, y su colega y sumiller Guillem Bustos.

El pollo con cigalas de Torre de Nura. / David Aparicio

En estos primeros meses han tanteado el terreno –aunque Nacho y la familia hace tiempo que se trasladaron a los alrededores– y han debutado con la timidez de los que quieren complacer a la multitud con platos de repertorio como la rusa cremosa con berros y sardina ahumada y huevas, el tartar con recortes de filete, yema curada y mantequilla de romero y el buñuelo con ventresca de bacalao al pilpil.

O ese flan con dulce de leche ahumado y espuma de 'recuit'. Como rareza, el famoso 'crack pie' de Christina Tosi, un chute de azúcar que crea adictos: «Fácil de hacer y cómodo para nosotros».  

Bien elaborados, aunque en la línea generalista. Hay que entenderlo: sin clientela, no hay torre que resista. A mí me interesa la segunda parte, la de los platos con fondo.

La paletilla deshuesada de cordero de Torre de Nura (Torrent). / David Aparicio

Contemos a Nacho antes de regresar a la carta. Hijo de un profesor de golf y de una experta en libros y cultura, nieto del médico Luis Feduchi, que fue gran amigo de Gabriel García Márquez, apareció a los 15 años en Casa Lizarriturry –recuerdo las chuletas de Miki, que falleció demasiado joven, según me cuenta Nacho– por mediación paterna y luego, de tirón, el paso por la Hofmann como estudiante y por sus restaurantes ya como profesional y el trabajo junto a Fran López en dos etapas y las estancias en Eivissa, La Cerdanya y Menorca. «Soy impaciente… Y quería aprender».

Lo conocí en febrero del 2022 en La Milpa como jefe de cocina, el fracasado proyecto de los dueños de Slow & Low. Las dos gotas de salsa Maggi que añade al tartar proceden de la experiencia a la mexicana.

El comedor del restaurante Torre de Nura (Torrent). / David Aparicio

El origen mental de Torre de Nura es la casa que los Feduchi tuvieron en Menorca y las historias que les contaba la abuela Leticia. 'Nura' es como llamaban los fenicios a la isla. 'Nur' es fuego, en referencia a las hogueras que atravesaban la oscuridad desde lo alto de los 'talayots'. «Es un proyecto familiar y sentimental», remata.

Bebo la garnacha Microcósmico 2022 mientras llegan los triunfadores de la sesión: la paletilla de cordero, el bogavante a la menorquina y el pollo con cigalas.

Sobre la paletilla: deshuesada, marinada en seco, al vacío y bañada con una salsa hecha con los jugos, y servida con patatas y aceite de albahaca. La evolución para la nueva carta es en formato de terrina y con manzana del Empordà.

Restaurante Torre de Nura, en Torrent, Baix Empordà. / David Aparicio

Sobre el bogavante, que enlaza con aquella ensoñación menorquina de la infancia: en temporada, piezas de unos 450 gramos «del Mediterráneo», asegura Nacho (a buen precio: 34 euros, y sorprende la contención en zona de sobreprecios), patatas, pimientitos y unos huevos poché, rebozados con 'panko' y fritos. 

Sobre el pollo, un 'mar i muntanya': deshuesado, 'rulado', a baja temperatura y marcado en la brasa y con las cigalitas partidas por la mitad. Plato también con reversión: el pollastre rodará hasta ser transformado en albóndigas y el crustáceo, en tartar.

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Desde esta torre de Torrent se otean islas y un futuro panorámico, limpio y soleado. Y alertan de su existencia con las señales de humo de la parrilla.

El equipo

Nacho Feliu, Giulia Panieri, Guillem Bustos, Nico Feliu, Samuel Báez y Kari Ester Jimeno.

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