Gastronomía de máxima proximidad

Restaurante Flying Monkey: te sentirás como en casa

Visitar este ‘wine bar’ es lo más parecido a sentarse a comer en la cocina de una vivienda particular donde los anfitriones preparan bocatas y platos saludables hechos con mucho cariño

El ’vitello tonnato’ de Flying Monkey.

El ’vitello tonnato’ de Flying Monkey.

1
Se lee en minutos
Ferran Imedio
Ferran Imedio

Periodista. Redactor del canal Cata Mayor

ver +

¿Una cocina a pie de calle? Pues, más o menos, sí. Pero no una cocina cualquiera. Un agradable, acogedor, pequeño y luminoso 'wine bar' llamado Flying Monkey (Amigó, 37) donde preparan desayunos, 'brunchs', comidas, meriendas y cenas a base de bocadillos y platos sencillos y saludables que te llevan por toda la ribera del Mediterráneo. Se nota aquí la mano de Ronit Stern, que se ha hecho un nombre en Barcelona con Auto Rosellón y La Balabusta, donde triunfa con una cocina directa y muy sabrosa

La cocina, que también es sala, de Flying Monkey.

/ Ferran Imedio

Una propuesta gastronómica que resuelve con apenas una placa de vitrocerámica y una salamandra. Para qué más si el producto (de proximidad) es excelente y le sobra talento y sabiduría a la hora de manejarlo. 

Ahí están para demostrarlo el cordero con 'baba ganoush' en pan de pita, la fresca y caleidoscópica ensalada de sandía, nectarina y queso feta con cebolla y rabanitos encurtidos, la remolacha asada con 'labneh' (yogur griego con sal y limón escurrido) y almendra tostada, el bacalao negro con puré de coliflor con limón confitado... Algunos están en el menú de mediodía, que varía según lo que encuentran en el mercado.

Vinos naturales

Noticias relacionadas

Pero no solo se come, y muy bien, en Flying Monkey. También la carta de vinos, la inmensa mayoría de ellos naturales, es de lo más interesante. Y la apuesta por los cafés de especialidad, cuyos granos llegan de Colombia y ellos mismos tuestan, resulta más que gratificante.

En septiembre, abrirá una panadería en la planta inferior que, vista la filosofía y el afán de Stern por hacer de cada bocado una experiencia única, promete ser un punto de peregrinación para los 'panáticos'.