‘Babula’, en ruso, significa abuelita. Y ese es el nombre de este restataurante (Pau Claris, 139) que homenajea a la yaya de Leonid Chechelnitskiy –Leo para los amigos y barceloneses–, propietario del negocio. Incluso tiene un rincón con su retrato y cuadros tejidos a mano por ella misma. Pero hasta ahí llega el tributo porque la carta es más para los nietos, aunque a tu abuela moderna seguro que le molaría. Porque no le hará ascos a ceviches, 'tartars', 'baos' y tacos, ni a la fusión de sabores y técnicas. Y porque se quedaría luego a tomar alguno de los cócteles de autor que sirven en la barra mientras escucha a Frank Sinatra o a Nina Simone.

Carrillera en 'dumpling'

Carrillera en 'dumpling'Aunque a cualquier abuela le gustarían creaciones como la carrillera de ternera, que aquí no es 'vintage', sino asiática, porque va envuelta en un 'dumpling' y está hecha a baja temperatura y al vino tinto, con una reducción de sabor potente, como le gustaría a la yaya. Lo mismo habría que decir del 'steak tartar', que aliñan con mayonesa de 'wasabi' y aceite de sésamo, y presentan en un taco de sabor tan sofisticado que es fácil olvidar que es un bocado callejero.

Son dos de los platillos (platazos) de Babula Bar 1937, que así se llama este restaurante-coctelería que lleva unos meses abierto con una propuesta llena de creatividad y talento culinario. Se nota cuando tocan la ostra con delicadeza, sin estropearla como suele ser habitual cuando algún chef indocumentado pretende tunearla: aquí seducen el paladar con una sutil salsa thai y con una divertida y picantita salsa de michelada.

Además de dos fórmulas de mediodía (10 euros, con ensalada, limonada casera, postre y café o infusión, y 14,50 euros, con ensalada, segundo, café o postre, y bebida), tienen platos fuera de carta, como la vieira con 'foie' y el ceviche histórico, con pulpo, vieira y pescado blanco, con una leche de tigre con frambuesa que le aporta ese color que a la abuela de Leo tanto le recordaría a la plaza Roja de Moscú.