LOS RESTAURANTES DE PAU ARENÓS

El Cigró d'Or: ambición y diablura

Oriol Llavina, en una mesa del trasladado El Cigró d’Or. Foto: Ricard Cugat

Oriol Llavina es el 'cigró', el 'cigronet'. Respeto y aprecio a este chef temerario que cocina como un 'diable', ruidoso y petardista.

Cuando decida qué quiere ser de mayor, se concentre y se asiente y madure como un melocotón de viña, hará disfrutar, ya sin sobresaltos ni aspavientos, a los admiradores. Calma, chissst, caaalma, Oriol.

Personaje imprevisible, ha conmemorado en julio los diez años de El Cigró d’Or en Gelida, ¡cerrándolo! Toma 'cigronada'.

La meditación para el traslado ha sido accidentada y culebrante como las montañas del Ordal. El espacio de Gelida lo estrechaba mientras que el restaurante que asesora en Vilafranca, el enorme MerCat, funcionaba con la llama baja.

La solución para ambos problemas requería de un camión de mudanzas.

Adiós vistas a Montserrat, hola chuletas y collares de butifarra en el primer piso del Mercat de la Carn vilafranquí.

Así, ha diluido el MerCat en el guiso de El Cigró. Sencillo y eficaz, y económicamente achuchado. Explicada la muerte y resurrección garbancera, queda por contar cómo llenará este polvorilla el espacio comercial bajo las grandes vigas.

«Lo mismo. Sobre un mercado pues... cocina de mercado. Seguiré la temporada».

Hará lo que le dé la gana. Hay que confiar en él, en la gracia para componer, en su sentido común gastronómico –lo tiene, y mucho– y en la chaladura vigilada.

El Cigró de Gelida era Guau (gastronómico, ufano, asequible y útil) y en esta segunda vida continuará siéndolo, ladrando y retozando .

De la última comida, destaco como 

Y el #arrozparauno de tirabeques, salchicha y sepia, capa fina y seca, lejos del barrizal de las paellas encharcadas. Por fortuna para el arrozadicto, se multiplican las paellitas individuales para una degustación íntima y concentrada.

El chef toma de la despensa vanguardista lo que es útil –lo usa con discreción– y si antes fue un velo, ahora esferifica perlas de jamón para perdigonerar verduras. Regresa a lo directo con las cigalitas, los garbanzos tiernos, la dorada, y otra vez tirabeques, y la pularda criada por Maria Antonia con patata y col.

El desafío de Oriol es proporcionar 

En manos del sumiller Josep Bonavida –que le ha seguido a Vilafranca, junto a otro puntal, Biel Jover– disfruto con otro 'hit' 

«Me gusta ser cocinero del Penedès», proclama.

De acuerdo, Oriol, ¿y es momento de ambiciones y diabluras, de aspirar a la Liga de las Estrellas?