A pesar de que son unos dulces típicos de Cuaresma, como los buñuelos, cualquier época es buena para hacer este delicioso y sabroso plato, que puede llevar o no anís.
Para hacerlos, se necesita harina de trigo, aceite de oliva, el citado anís y sésamo y azúcar, además de semillas de sésamo y ralladura de la piel de limón y de naranja.
Las cantidades para cuatro personas serían:
300 gr. de harina de trigo.
250 ml. de aceite de oliva.
Una cucharada de anís.
Una cucharada de semillas de sésamo.
200 gr. de azúcar.
Ralladura de la piel de media naranja y de la de medio limón.
Además, también se usará azúcar para espolvorear por encima y aceite de girasol para freírlos.
Ralladuras
En primer lugar, se fríe en aceite de oliva las ralladuras del limón y la naranja con el sésamo y el anís a fuego medio durante unos cinco minutos. Cuando esté, se saca del fuego y se reserva.
Se mezcla el vino blanco con el azúcar, se remueve bien y se añade el aceite de oliva con el que se ha freído lo anterior, cuando se enfríe y colado. También se añade la harina y se mezcla todo. La mezcla se deja reposar durante una media hora en una superficie enharinada, para que no se pegue.
Se extiende con un rodillo hasta que quede más o menos uniforme y con algo de grosor (poco), se corta en cuadrados y se doblan dos puntas hacia el centro.
Se fríe en abundante aceite de girasol caliente por ambos lados y se intenta que queden crujientes. Se elimina el exceso de aceite para que no queden excesivamente grasientos y se espolvorea con azúcar.
Cuando se enfríen, estarán listos (y riquísimos) para comer.