Un fenómeno en Instagram

Rafuel: el 'influencer' de 66 años con 670.000 seguidores

  • El secreto del éxito: “Ser constante, interaccionar con los seguidores, y con mucha atención hacia los nuevos; mostrar lo que ellos quiere ver”

  • En un rincón, hace las fotos y parte de esos vídeos 'instagrameros' de 30 segundos con el iPhone 12, y también los que graba para Cata Mayor

Rafa Antonín, Rafuel, en el comedor de su casa. / Pau Arenós

Rafuel, Rafa Antonín, tiene 66 años y es un 'influencer' con más de 670.000 seguidores en Instagram: relaciono las dos cifras en la misma frase por chocantes, y por abultadas.

'Influencer' es un término que parece fundido con la juventud y el brillo en la piel nueva y estoy en casa de un hombre en esa edad en la que por detrás hay más cinta métrica que por delante.

'Influencer' no encuentra acomodo en castellano (¿influyente, influidor?) y cuando la escucho en boca de Rafa me hace sonreír: él, viene a decir, es el más pequeño de los grandes 'influencers' (gastro) o el más grande de los pequeños. Un hombre mayor en un universo gobernado por mujeres jóvenes: la irrupción de lo inesperado.

Hemos quedado a comer porque quiere cocinarme una tortilla de patatas y, de propina, un arroz de calamares, y no digo que no ni a lo fluido ni a lo seco. Su piso barcelonés, en un principal, es vivienda, almacén, cocina y despacho.

Estanterías con productos que le envían y estanterías con vajillas y, en medio, una mesa de despacho con teléfono y ordenador desde donde lleva a cabo la segunda parte de su 'nick': fuel. Porque Rafa es, aún, un comercial del petróleo, que tuvo gasolineras y que mantiene a algunos clientes con el doble objetivo de continuar con una cierta gimnasia empresarial y garantizar ingresos.

Pregunto sí podría vivir de la cocina y su respuesta es escueta: “Sí”, pero no lo hace, aunque se le multiplican los encargos.

La cocina está bien equipada y el menaje es de calidad. En un rincón, sobre una tabla de cortar blanca y con otra de fondo, hace las fotos y parte de esos vídeos 'instagrameros' de 30 segundos con el iPhone 12, y también los que graba para Cata Mayor, donde es colaborador.

Esa duración tan concreta es porque este veterano ha enganchado a los jóvenes (“son ellos los que han traído las madres al canal”) y sabe que los datos tienen un precio y que no siempre encuentran 'wifi'.

Quiero conocer, y ahora me pongo hortera, el secreto del éxito y da la receta: “Ser constante, interaccionar con los seguidores, y con mucha atención hacia los nuevos; mostrar lo que ellos quiere ver”.

Lo de la persistencia es fundamental: incluso antes de entrar en quirófano para una operación de hernia colgó un vídeo.

Pero es el diálogo lo que le parece más importante: “No es lo que yo quiero, sino lo que quieren ellos. Evito cosas que puedan dar asco o que su poder adquisitivo no se lo permita. Ostras, por ejemplo, no pongo, porque es un producto que puede causar rechazo”.

Lo que quieren es esa tortilla que prepara con desenvoltura y buen brazo y manos cuidadas (porque sus manos son las protagonistas de las emisiones) con tres patatas variedad monalisa, cebolla, cuatro huevos, y una yema extra, y 'tartufata', y que comemos medio sentados y medio de pie en la cocina con una copa de cava y una barra de pan.

Al abrir la rueda, ha mostrado un interior jugoso y moteado de negro y, en la boca, es un beso baboso y amarillo, delicioso.

Hizo un intercambio con un fotógrafo (clases de imagen por clases de redes sociales) y un curso en la escuela Hofmann y tiene práctica y perseverancia y atención para estar al día de los cambios tecnológicos y un libro ('Mis mejores recetas') y proximidad y sencillez y comunicación y entusiasmo y planificación (“si hace frío una cosa, si hace calor, otra; si es lunes pasta; si es martes, pollo…) y he aquí que supera los 670.000 'fans' y aunque yo hiciera exactamente lo mismo, paso por paso, no llegarían ni a la porción más pequeña de ese cifra exagerada.

Debe de haber algo más, pero ¿qué? No lo sé ni soy capaz de descubrirlo: ahora mismo, estoy más interesado en el arroz de calamares y cebolla que acaba de sacar del horno, moteado con gambitas tersas, apenas tocadas por el calor. Aprendiz de 'influencer', le hago una foto.