Gusta el picante desde el mismo momento en que Francisco de Quevedo escribió de unos chorizos que picaban a ciento. Quizás se debía a que la gente estaba ansiosa por probar la pimienta, que era cosa de muy ricos, y la llegada de guindillas y ajís americanos fue una forma de dar gato por liebre en versión económica. Las especias seguían allá abajo, donde se perdió Magallanes, mientras que guindillas y bichos podían cultivarse en un tiesto.
Gastronomía
Ruta por la Barcelona picante
Cada cultura afincada en la ciudad ha dejado sus señas de identidad en la gastronomía local
El chef y propietario del restaurante Indochine, Ly Leap, en su establecimiento. /
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