Decía el cómico francés Coluche que era mucho mejor ser un antiguo pobre que un nuevo rico. Bajo estas condiciones el recién llegado a riqueza se olvida de lo bueno que hubo en su anterior vida y se dedica al consumo disparatado. Desde un punto de vista gastronómico, esta actitud borra recetarios ancestrales, llenos de exquisiteces para caer en el delirio de la comida falsa, es decir, la langosta de extraño origen, la parrillada que nada tiene que ver con la subasta del día o el gambón congelado, servido con pretensión. Una postura que ha convertido la cocina marinera, la de los pescadores que se sentaban alrededor del fogón de la 'tranyina', en una nostalgia difícil de reencontrar.
La Contra
En busca de una cocina marinera perdida
Fundamentados en 'esmarrís', 'all cremat', 'fideuejats' y 'bulls de tonyina', los fogones de los maestros 'ranxeros' de Vilanova definen una ruta gastronómica a descubrir
Mimi Sánchez, en el Bar del Mercat de Vilanova, junto a dos platos marineros. /
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