Transporte en Barcelona
Casco obligatorio para los patinetes en Barcelona: los usuarios lamentan que se les vea como "el último mono" de la movilidad
Muchos ya protegen su cabeza, pero más allá de entrada en vigor de la nueva norma el 1 de febrero, coinciden en que su imagen sigue siendo muy negativa
Seguro obligatorio: el patinete eléctrico ya se ve implicado en más siniestros que la bicicleta en Barcelona
Un patinete eléctrico, por Marquès d'Argentera / Jordi Cotrina
El casco obligatorio se veía venir. Los usuarios del patinete eléctrico sabían que más pronto que tarde les obligarían a proteger su cráneo. La duda, en el caso de Barcelona, era saber cuándo. Ya tienen fecha: el 1 de febrero. ¿Sorpresa? A tenor de lo que explican los habituales de este correoso medio de transporte, ninguna.
No están enfadados ni se muestran especialmente en contra. Hay más resignación que otra cosa. Pero, sobre todo, hay ganas y prisa por volver a entrar en el transporte público, del que les echaron hace ya casi dos años tras el aparatoso incendio de una batería en un vagón de Ferrocarrils. La decena de interesados consultados a pie de calle por este diario coinciden en que la seguridad es importante, pero también se sienten saco de boxeo cuando hay que echarle la culpa a alguien.
Una usuaria de patinete con casco, por un carril bici de Barcelona / JORDI COTRINA
Walter es repartidor. En 2020 se pasó de la bici al patinete. "Es más barato y me da menos problemas. ¿El casco? Lo llevo porque me obliga mi mujer". Sonríe mientras responde, pero no tanto cuando recuerda el siniestro que sufrió hace siete meses en Diagonal con Muntaner. Admite que pasó "en naranja" y que no vio cómo una moto arrancaba. No llevaba la cabeza protegida y perdió el conocimiento tras impactar con el asfalto "o con una goma de esas del carril bici". A las dos semanas ya estaba trabajando. Con casco. Sobre hacerlo obligatorio, no lo ve ni bien ni mal: "Es lo que toca, pero me da un poco de rabia que todo el mundo le tenga manía a los patinetes".
Doble rasero
Susi lo compró en 2019. Va por el segundo después de que la batería del primero dijera basta. "Debo llevar más de 10.000 kilómetros, seguro. Y ni un accidente". Es administrativa en una empresa de la Zona Franca. Vive en Sant Andreu, cerca de la Maquinista, o sea, que cada día se marca más de 20 kilómetros entre ir y venir. No lleva casco y dice que apurará hasta febrero. "Me parece increíble que sea obligatorio para nosotros y no para los ciclistas. Somos el último mono de Barcelona, de verdad que no lo entiendo; y verás cómo luego nos imponen el seguro y vete a saber qué más. Si lo que quieren es que cojamos el coche, al final lo van a conseguir".
Bicicletas y patinetes en Barcelona / Ferran Nadeu
Santiago comparte la indignación de Susi y añade la expulsión del transporte público: "Somos los apestados, pero eso sí, luego nos dicen que no tenemos que ir en coche porque contamina. ¿Hasta cuándo piensan dejarnos fuera del metro?". Antes solía ir en moto, pero la vendió para ahorrarse la gasolina y el seguro. Para ir al trabajo cogía la L3 y luego recorría la clásica última milla con el patinete eléctrico. "Ahora tengo trayectos mucho más largos, con lo que el riesgo de que me haga daño por la calle es mucho mayor".
Los inicios
El 'hoverboard', esa especie de 'skateboard' horizontal movido por la inercia del cuerpo, fue uno de los regalos estrella de la Navidad de 2017. En la sombra, sin tanto bombo y platillo, iba ganando terreno el patinete eléctrico. Rápido, ágil, correoso. Más que puerta a puerta (el ADN de la bici o la moto), era casi un vehículo silla a silla, pues el usuario podía llevarlo todo el día encima.
Aparecieron empresas de alquiler que el ayuntamiento rápidamente erradicó porque el plan de empresa incluía usar la vía pública como impune aparcamiento, pero de la moda inicial se pasó a la consolidación contemporánea. Hasta el punto de que casi una de cada tres personas que pasan por un carril bici llevan un patinete en los pies.
Una chica en patinete, en Via Augusta / FERRAN NADEU
Según datos del ayuntamiento, en 2023 se realizaron 90.000 desplazamientos en patinete eléctrico, por 228.000 que marcaron los ciclistas. Ambos colectivos han dado un salto brutal en los últimos años, pero con distintas dimensiones: en 2017, los primeros realizaban 12.500 viajes (siete veces menos que ahora) y las bicis, 164.000 (un 28% por debajo). En ese año los patines eran el 7,1% de la cuota sumada de bici y patinete; ahora son el 28,4%.
La justificación
El dato de la siniestralidad es quizás uno de los criterios que explican la decisión del casco obligatorio para los usuarios de patinete eléctrico. En 2018, primer ejercicio en el que la Guardia Urbana detalló los siniestros con patinetes implicados, este vehículo aparecía en 129 siniestros, el 0,68% del total de vehículos que ese año tuvieron alguna participación en un siniestro de tráfico en la ciudad. En 2023 fueron 776 los patinetes implicados, el 5,4% del total, por encima de los registros marcados por la bicicleta, los autobuses o los taxis y solo superados por furgonetas, motocicletas y turismos.
Ricardo, comercial de una distribuidora de energía, lleva tan solo seis meses a bordo de un patinete eléctrico. Se lo regalaron por su cumpleaños "con el casco incorporado", así que no atisba grandes cambios en su rutina. Solía moverse en metro o en Bicing, pero ahora no cambia su vehículo "por nada del mundo". "Sé que la gente no nos quiere demasiado (sonríe), pero a mí me da libertad y llego a todas partes con rapidez".
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