La sequía ha obligado a recortar el riego y el consumo público de agua, motivará la llegada de una desalinizadora flotante a Barcelona y genera un gran debate sobre las piscinas como refugio climático. El panorama induce a echar mano de los caudales que fluyen bajo el suelo. Es lo que pretende la capital catalana, donde siguen vigentes las restricciones severas impuestas por la emergencia que la Generalitat decretó a principios de febrero. Pese a triplicar la extracción de agua freática desde principios de siglo, la ciudad se halla aún lejos de aprovechar toda la capacidad que se le autoriza para abastecerse de pozos y acuíferos.
Alternativa ante la sequía
Barcelona usa solo una cuarta parte del agua subterránea que puede extraer
La ciudad capta poco más de un hectómetro cúbico al año, pese a que tiene autorizado dotarse de 4,4 hectómetros y podría obtener hasta cinco veces más sin dañar el subsuelo
Catalunya suaviza las restricciones de piscinas y flexibiliza las multas a municipios
Riego con agua freática en Barcelona. /
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