Su función principal es despachar tabaco y derivados, y lo común es que el estanquero del barrio sea ese vendedor de toda la vida cuya familia ha ido legando el negocio de generación en generación. Pero los tiempos cambian en un sector de compleja regulación, y más aún si el estanco se ubica en una ciudad como Barcelona, donde el peso del turismo moldea la realidad comercial de muchos barrios, y donde el comercio tiende a aglutinarse en los ejes más concurridos. Así que no es de extrañar que la actividad viva una particular revolución en la capital catalana, donde decenas de establecimientos se han reubicado hacia calles o puntos de gran afluencia, han aprovechado para ampliar local, y van incorporando cada vez productos que pueden vender por normativa, como regalos, refrescos o hasta ropa, además del creciente servicio de recogida de paquetería. Las sagas desaparecen y son relevadas por inversores en parte de los 339 estancos locales.
Sector en transformación
Revolución en los estancos de Barcelona: más turísticos, multiservicio, con 'bazar' y con inversores
El sector reivindica su papel en el comercio de proximidad y reclama concesiones que permitan mantener sagas familiares
Barcelona ha perdido un centenar de estancos en 40 años
Este es el estanco que vendió el segundo premio de la Grossa
¿Por qué los estancos se llaman así? +Historia
Colas para comprar y también para recoger producto en LEstanc de Mistral, en Sant Antoni. /
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