Modelo de ciudad

40 años de lucha ciclista: ¿por qué Barcelona no es Ámsterdam?

La capital catalana empezó a reclamar espacio para las bicis a principios de los 80, una década después que Países Bajos hiciera lo propio con resultados mucho más evidentes

Aragó, la calle que necesitó 30 años para ceder un espacio a los pedales

Así impulsó la ciudad holandesa la movilidad sostenible en una ciudad tomada por los coches y con una siniestralidad disparada

22 de mayo de 1993; unos 300 ciclistas ocupan la calle de Aragó para reclamar que deje de ser una autopista urbana. 30 años después, aunque ha perdido carriles para el vehículo privado, mantiene el uso de corredor de coches entre Besòs y Llobregat. De pie, de espaldas, Albert Garcia y su inconfundible pelo / Ricard Cugat

Los primeros ciclistas de Barcelona, los de la era moderna, son ahora sexagenarios que mantienen intacto el ademán contestatario. No solo siguen usando la bici como medio de transporte, también les llama una cierta desobediencia, la misma actitud que en los 80 les llevó a cortar calles, pintar carriles bici piratas o burlar a la Guardia Urbana. El 19 de mayo de 1993, tras una década de lucha callejera, decidieron conquistar Aragó. Eran unos 300, dejaron las bicis en el suelo y se sentaron. Al día siguiente fueron portada de este diario bajo el título 'Grupos vecinales y ecologistas piden que la calle Aragó se convierta en un paseo". De pie, con camiseta blanca y manos en la cintura, se distingue, aunque está de espaldas, a Albert Garcia, uno de los impulsores de Amics de la Bici, el Woodstock de las entidades locales que defienden la movilidad sostenible. Se venía un Amsterdam desde hacía tiempo; se mascaba que la capital catalana podía seguir el ejemplo de la capital de Países Bajos, que también logró cambiar sus calles gracias a la movilización social. Pero no sucedió. A pesar de tener mejor clima y mejores condiciones para el pedaleo, Barcelona se atascó. Nunca mejor dicho.