Las torres de vigía contra incendios se están perdiendo en Catalunya. Se sigue trabajando en la prevención del fuego, pero de otra manera. Un poco menos humana. Lo que pasa es que se han juntado dos cosas: la irrupción de las nuevas tecnologías y, en menor grado, pero también importante, la necesidad de ahorrar. Ahora hay menos personas realizando esta tarea de control -y menos sueldos- y más cámaras (algunas, con infrarrojos) y drones, amén de los avisos al 112 por parte de la ciudadanía, que antes no pero ahora sí, llevan un equipo multimedia en el bolsillo. Un 'smartphone', vamos. Pero estos nuevos sistemas, que van ganando terreno, todavía no han dado el salto a Collserola, donde se mantiene el método de toda la vida: forestales en lo alto de estos faros metálicos que se pasan el día vigilando el parque natural. Este año volverán a desplegarse durante toda la campaña estival, que dará comienzo a finales de mayo y terminará a principios de septiembre. Hay ocasiones, en las que, cuando las cosas analógicas van bien, la modernidad y la renovación se quedan en el rellano.
Protección de los parajes protegidos
Collserola se salva (por ahora) de la quema catalana de torres de vigía para detectar incendios
La torre de vigilancia del Puig d’Olorda, en Collserola. Nombre en clave: Kilo /
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