Lola habla de los 11 años que lleva restringiendo toda salida a la calle como quien echa cuentas de una condena. “Estoy encarcelada en casa desde octubre de 2011. Prácticamente soy una presa de mi domicilio”, se define la mujer, elocuente. Ronda los 63 años y reside desde hace casi medio siglo en un quinto, en una de las 20 escaleras en las que se ha identificado la amenaza de la aluminosis en los últimos meses en el barrio del Besòs y el Maresme, dentro del entramado de calles donde se perciben menos ingresos en Barcelona, a tenor de las declaraciones de renta de 2020.
Las batallas del próximo mandato (y X)
Enclaustrados sin ascensor en las calles más pobres de Barcelona: “Estamos encarceladas en casa”
Las carencias crónicas de las viviendas en el Besòs i el Maresme, manifiestas por la aluminosis, agravan las estrecheces del barrio
Lola, quien apenas sale de casa, mira hacia la calle por la ventana de un piso en el Besòs i el Maresme, en Barcelona. /
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