El segundo mandato de Ada Colau al frente del Ayuntamiento de Barcelona arrancó en mayo de 2019. Un mes después, comenzó el peor verano delincuencial que consta en los registros policiales. La capital catalana recibiría ese año un récord de turistas –casi 12 millones y más de 20 millones de pernoctaciones–, un banco de peces sobre el que se lanzaron a pescar los carteristas. Durante el primer semestre los robos violentos aumentaron alrededor de un 30%. Y en lugares tan sensibles como el distrito de Ciutat Vella se alcanzó el techo de 90 robos violentos cada semana. También fue aquel el estío con más homicidios. La seguridad se convirtió en una prioridad para el barcelonés, que no imaginaba que se adentraba en una pandemia.
Balance de mandato
La seguridad en Barcelona entre 2019 y 2023: de lidiar con el auge de robos a hacerlo con los pinchazos
Los Mossos y la Guardia Urbana han tenido que adaptarse a una delincuencia que no es la misma que antes de la pandemia
Un hombre agarra del brazo a un carterista que le ha robado sus pertenencias en la playa de la Barceloneta, el 30 de octubre. /
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