Barcelona tiene repartidos por toda su geografía un buen puñado de 'pongos' urbanísticos. Edificios, solares, equipamientos, infraestructuras, plazas, calles, parques..., lugares, públicos o privados, que han cronificado una situación indeseable, sobre todo para los vecinos. En la zona alta seguro que se acuerdan del Auditorio Manén de la calle de Balmes, ese pequeño Liceu que se quedó a medio construir durante más de 60 años, hasta que Balañá levantó unos cines. La cicatriz ferroviaria de la Sagrera, la plaza de los Països Catalans, la antigua sede del Departament de Justícia en Casp con Pau Claris, el solar de lo que fueron los juzgados de Lluís Companys o la antigua sede de la Delegación del Gobierno junto a Pla de Palau. Pero de vez en cuando hay cosas que salen del atolladero. Entre Poble-sec y el Raval, por ejemplo, en los últimos tiempos se han resuelto, como definen los vecinos, "tres agujeros negros": las Tres Xemeneies, el solar de Drassanes y la mala convivencia que generaba en su entorno la discoteca Brisas.
Urbanismo
El Paral·lel de Barcelona desencalla casi a la vez tres "agujeros negros" colindantes
Poble-sec y Raval concentran en un puño tres proyectos que darán un nuevo aire a la zona baja: Drassanes, Tres Xemeneies y la discoteca Brisas
Vista de las Tres Xemeneies del Paral·lel de Barcelona /
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