Historias en Barcelona

Los sinsabores de compartir piso a la fuerza: "Nos llevábamos casi 40 años y uno todo el día fumaba porros"

La convivencia entre desconocidos puede ser complicada, hace que muchas estancias sean de corto plazo y es cada vez más cara

Gerard, en su habitación en el piso de alquiler que comparte con dos amigos, en el Eixample. / MANU MITRU

Lorena M. tiene 44 años y recuerda con una sonrisa nostálgica los tiempos en que compartió piso de estudiantes en Barcelona. "Fue una de las mejores etapas de mi vida, llegamos a ser cuatro personas en el piso, pero casi siempre era entre amigas. Vivir solas era emocionante entonces", rememora. Luego se graduó, comenzó a trabajar y se fue a vivir en pareja, sintetizando, hasta que hace menos de un año se separó y descubrió que su sueldo de 1.650 euros no le daba para vivir sola en la ciudad. Y mucho menos para quedarse en Gràcia. Así que tras mucho pensarlo y ver un sinfín de pisos en barrios más asequibles --"auténticas birrias a 800 euros más suministros que no me dejarían margen para ningún capricho"-- tomó la determinación de alquilar temporalmente una habitación. "Mi objetivo es ahorrar y comprar algo de propiedad cuando bajen los precios", cuenta, así que se ha quedado en su barrio favorito, en una habitación por la que paga 625 euros con gastos incluidos.