Barcelona

El asedio de los traficantes a la narcosala del Raval enquista los pinchazos en la calle

  • Traficantes, toxicómanos, policías y educadores relatan a EL PERIÓDICO por qué las imágenes de personas inyectándose en la vía pública han vuelto tras la pandemia, a pesar de que el consumo de droga no haya aumentado

El asedio de los traficantes a la narcosala del Raval enquista los pinchazos en la calle. / FOTO Y VIDEO: FERRAN NADEU

Los narcopisos de Barcelona han dejado de ser lugares en cuyo interior los toxicómanos pueden inyectarse heroína. En el barrio del Raval siguen activos una veintena de pisos en los que se vende droga. Pero solo en algunos los traficantes consienten el consumo. Y bajo ningún concepto este puede ser con aguja: debe ser fumado. Así lo aseveran las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, que incluyen agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, educadores, tres toxicómanos que frecuentan narcopisos y un responsable de uno estos polémicos domicilios ocupados que asomaron por primera vez en el corazón de la capital catalana en el verano de 2017.