Jesús Moreno nota que lleva una bomba enganchada al pecho. De algún modo, siente el tic-tac del reloj que, en una cuenta atrás desquiciante, puede activar el artefacto para que salte por los aires. Es la misma ruleta rusa a la que se enfrenta todo empleado que se ha enterado demasiado tarde que ha respirado fibras de amianto, sin que nunca antes se les advirtiera de que podían enfermar décadas más tarde por haber ocupado un puesto de trabajo presuntamente infestado de polvo tóxico. ¿La mayor amenaza? El mesotelioma, un tipo de cáncer pulmonar que, cuando aflora, acorta la vida a poco más de un año y conduce a la muerte, sin remedio.
Pulso judicial
Denuncia a TMB por negarse a reubicar a dos afectados por amianto
La empresa alega que ambos trabajadores están asignados a oficinas exentas de la sustancia tóxica, mientras que los demandantes sostienen que siguen revisando instalaciones que contienen el material nocivo
Un cartel que advierte de la presencia de amianto en un pasillo del metro de Barcelona. /
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