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En Barcelona también hay pirámides (aunque pocas)

El historiador Oriol Pascual recorre la huella que la fascinación por la milenaria cultura del Nilo ha dejado en la ciudad desde el siglo XVIII

Uno de los dos edificios con pantalla piramidal, obra de Antonio Ginesi, que flanquean la entrada principal del cementerio de Poblenou. / Elisenda Pons

En 2016, durante unas obras en la basílica de Sants Just i Pastor se encontró, oculta detrás una escalera tapiada en 1923, un arca de la alianza de madera dorada y con motivos egipcios que hizo despertar la imaginación de más de uno en busca de explicaciones, cómo poco, masónicas sobre su existencia. El estudio y los archivos del templo dieron con la razón de tan extraño elemento: era parte de la ornamentación que antaño decoraba el templo durante la Semana Santa. A finales del XIX, la tradición mandaba recorrer las principales iglesias de Barcelona -desde la catedral a Santa Maria del Pi pasando por Santa Maria del Mar, la Mercè y Sants Just i Pastor- durante el Jueves y Viernes Santo para conmemorar la Última Cena y la muerte de Cristo. De manera que los templos rivalizaban entre sí con la ornamentación de sus altares mayores. Así, no es de extrañar que desde la basílica, en 1876, se le encargara al arquitecto Josep Maria Vilaseca dicha arquitectura efímera.