El pasado miércoles leí en la edición de papel de este diario que Barcelona se ha convertido en la capital de la arquitectura con madera. En la página siguiente, el titular decía: ‘Tres coctelerías de Barcelona, entre las siete mejores del mundo.’ Y no solo eso porque la mejor del mundo, Paradiso, también está aquí. Sin duda, dos ejemplos de que algo va bien en la ciudad. Un día después, habló con el actor Jordi Bosch, que encabeza la lista de los 28 actores que actúan en el Teatre Condal con el musical Golfus de Roma y me comenta que el estreno ha sido un éxito y que es una apuesta brutal del grupo Focus. Esa misma noche, el president, Pere Aragonés, ajeno a las discusiones internas de Junts, asistió al Liceu para presenciar ‘La gata perdida’. Una obra interpretada exclusivamente por vecinos del Raval en una brillante iniciativa del Liceu en colaboración con numerosas entidades del barrio. Y de dos ejemplos de acierto en el mundo cultural nos vamos al terreno económico. Porque esta misma semana, de lunes a jueves, Barcelona se ha convertido en la capital mundial de la nueva economía 4.0. El congreso BNEW ha recibido 12.000 asistentes llegados de un centenar de países y donde han participado 1.500 star-upts y 600 ponentes. Un pleno del Consorci de la Zona Franca que dirigen de Pere Navarro y Blanca Sorigué.