Poco antes de las diez de la mañana del último martes de un agosto que se resiste a acabar, un hombre de mediana edad con cola y gorra se sienta en una silla plegable en un rincón de la plaza a pintar la característica higuera, una de las señas de identidad de este ya icónico lugar, igual que el huerto a escasos metros. Tras él, el solar -hoy por hoy ocupado por un discreto asentamiento- cuya cesión a la ciudad el ayuntamiento anunció hace pocas semanas; una de las novedades de una de las plazas más singulares de Barcelona por la épica de la lucha vecinal con la que cuenta en su historial, por su tamaño y por la mucha tierra y poco asfalto; pero también una de las más convulsas, donde a diario queda claro que aquello de que la ciudad es conflicto no es solo un lugar común.
En Ciutat Vella
Avanza la metamorfosis del Pou de la Figuera, una de las plazas más intensas de Barcelona
El consistorio anunció hace pocas semanas la compra de una finca reformada de 15 viviendas y dos locales a un fondo de inversión y la cesión de un solar en el enclave
En otoño empezará la reforma física del espacio, última fase de un Plan de Acción que lleva dos años tejiendo complicidades con los agentes del barrio para revitalizarlo
Visita guiada a la plaza del Pou de la Figuera frente a una de las porterías del campo de fútbol. /
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